En el libro de nacimientos de la ciudad de Córdoba del año 1843, me encontré hace algunos años un registro de una niña a la que se puso por nombre María Emilia Araceli Magdalena de la Santísima Trinidad Hidalgo y Antrás. En él se dice de su padre, José María, que era “de profesión equitación”. A la vista de esa críptica anotación, me pregunté qué demonios podía significar. Quizás el padre de una niña con un nombre tan aristocrático era un señorito andaluz entre cuyas ociosas actividades lo más próximo a una profesión era montar a caballo. Estaba lejos de la verdad.
Según la revista
Memorial de Caballería, de la Academia de Caballería (número 69, página 99, junio 2010), José Hidalgo y Terrón (1823-1898), junto con Francisco de Laiglesia y Darrac (1771-1852), fueron las dos figuras dominantes del panorama ecuestre español durante el siglo XIX. Ambos tenían en común el ser naturales de Andalucía, el haber sido oficiales del Arma de Caballería y el ser autores de importantes tratados sobre el arte ecuestre: Laiglesia y Darrac del libro titulado
Elementos de equitación militar para el uso de la caballería española, publicado en 1819, e Hidalgo y Terrón de una obra posterior y también más moderna y ambiciosa. Publicada inicialmente en 1858 como
Tratado de equitación y nociones de veterinaria, y retitulada en sus dos últimas ediciones ampliadas como
Obra completa de equitación, la obra de Hidalgo y Terrón fue creciendo y madurando junto con su autor a lo largo de tres décadas.
Un andaluz emprendedor
Hidalgo y Terrón nació el 27 de febrero de 1823 en Granada y fue bautizado el 1 de marzo en la Real Colegiata de esa ciudad con los nombres de Josef María de la Santísima Trinidad Juan Leandro Mauricio.
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Colegiata de los Santos Justo y Pastor, Granada |
Fue un joven precoz en muchos aspectos. En 1841, con 17 años, contrajo matrimonio en Lucena con una joven tres años mayor, Dolores Antrás, descendiente de franceses. Unos años antes, con tan solo trece de edad, se había iniciado en la práctica y la enseñanza de la equitación
"en todos los ramos que abraza" (según declararía más tarde) y continúo haciéndolo tras casarse, lo cual supuso cambios frecuentes de ciudad. En julio de 1843 nació su hija mayor, Mª Emilia, en Córdoba, y al año siguiente, en octubre de 1844, su primogénito, José, en Osuna, Sevilla. En 1847, con veinticuatro años, lo encontramos como profesor de equitación y director de la entonces recientemente constituida Sociedad de Equitación de Málaga. Pero quizás no debió permanecer mucho tiempo en el puesto, pues dos años después, en julio de 1849 nació su hijo Enrique, futuro militar, en Écija, Sevilla. A partir de 1854 recuperamos su rastro en Granada, donde el Ayuntamiento Constitucional le expide el título de picador del Escuadrón de Caballería de Milicia Nacional. Un año después, en junio de 1855, nació su hija Encarnación en esa ciudad.