Saturday, November 18, 2017

Poyales del Hoyo, 1752

Iglesia de Nuestra Señora de Gracia
Fotografía de Juan Carlos Hernández Torres, con permiso de sus herederas

Por orden del Rey


En víspera de las celebraciones de Navidad de 1751, la pequeña villa de Poyales del Hoyo en Ávila se encontraba en estado de gran agitación. Corría de boca en boca el rumor de que pronto llegaría a la villa una delegación real que realizaría un censo de los habitantes y de sus bienes.

El rumor era cierto. Don Vicente Caballero y Llanes Enríquez de Guzmán, Caballero del hábito de Santiago y Corregidor e Intendente General de Hacienda, Guerra, Justicia y Policía de la ciudad de Toledo y su provincia -a la cual pertenecía Poyales en esa época- había emitido el 16 de septiembre un decreto en nombre del Rey por el que mandaba a todos los ayuntamientos, cabildos, concejos, corregidores, alcaldes mayores y ordinarios, ministros de justicia y demás personas de las ciudades, villas y demás lugares de la provincia a que tuviesen a Don Francisco del Castillo y Cabrera por su subdelegado para las diligencias de Única Contribución y obedeciesen sus autos y mandamientos. Éste, en uso de esos poderes, el 14 de diciembre de 1751 emitió desde Arenas un edicto por el que hacía saber a todos los vecinos, cabezas de casa y habitantes de la Villa del Hoyo que en el plazo de 15 días debían proceder a formar sus relaciones con indicación de nombres, apellidos, oficio, hijos, criados y bienes. El Ayuntamiento de la Villa del Hoyo debía garantizar el cumplimiento de estas disposiciones.

Los más prácticos e inteligentes del pueblo


También era objeto de comentarios en los corrillos de la plaza que la corporación municipal, en cumplimiento de las órdenes llegadas del subdelegado instalado en Arenas, se había reunido para elegir de entre los cabezas de familia de la villa a los tres que fuesen "los más prácticos e inteligentes" para que actuaran como peritos durante el tiempo que durase el censo y comprobasen las declaraciones de bienes de los vecinos.

Y así efectivamente había sido. El día 22 de diciembre de 1751 se reunieron los alcaldes, regidores y demás cargos municipales en las casas consistoriales de la Villa para dar cumplimiento al edicto. La corporación ese día la componían:

Francisco Rodríguez (Palomeque) y Pedro Fernández de Martín, alcaldes;
Lorenzo Fernández (Valverde) y Fernando Martín Manguito, regidores;
Francisco Sánchez de la Fuente, procurador síndico general;
Francisco Lozano de la Llave, escribano público del número y ayuntamiento de la Villa.

Éstos, con la asistencia de Don Francisco de Ribera, teniente de cura de la parroquia, procedieron a nombrar a los siguientes peritos, todos vecinos del Hoyo:

Domingo Martín Vadillo;
Francisco Fernández de Martín;
Pedro de Peralta.

Los peritos pasaron así a ser el centro de todas las miradas del pueblo. No sólo serían ellos los que expresarían su conformidad con las declaraciones de bienes de los vecinos e investigarían cualquier intento de ocultación de propiedades y haciendas, sino que también habrían de determinar la utilidad obtenida por los declarantes en sus actividades e incluso fijar la renta hipotética imputable a sus casas. Además debían responder un cuestionario de 40 preguntas enviado desde Madrid acerca de la Villa del Hoyo, sus tierras, cultivos, actividades económicas y tributos provinciales.

Vista de Poyales del Hoyo
Los vecinos de la Villa del Hoyo probablemente no estuviesen al corriente de que todo esto, que se venía gestando en Madrid desde el año 1749, no sólo afectaba a su localidad, sino a otros 15.000 lugares de la Corona de Castilla y respondía a una de las mayores empresas de reforma tributaría jamás emprendidas en España: el intento de sustituir los numerosos e injustos "impuestos provinciales", con los que se castigaba a los segmentos más pobres de la población, por la llamada Única Contribución. Detrás de este proyecto estaba Don Zenón de Somodevilla y Bengoechea, I marqués de la Ensenada (Hervías, La Rioja, 20 de abril de 1702 - Medina del Campo, Valladolid, 2 de diciembre de 1781), ministro de Fernando VI, hijo y sucesor de Felipe V, primer rey Borbón de España.

El formidable proyecto de inventario de riqueza y población que debía soportar esta reforma, y que se conoció como Catastro de la Ensenada, no sirvió a su fin último, pues la Única Contribución nunca se implantó, pero dejó una enorme cantidad de documentos que contienen la visión socio económica más exhaustiva de la Castilla de la época, incluyendo la Villa de Poyales del Hoyo, hogar de mis antepasados.

Viajemos pues en el tiempo para saber cómo era Poyales en esa época.

Las respuestas generales del Catastro de la Ensenada


La villa -según las denominadas Respuestas Generales del Catastro de la Ensenada- era de señorío y pertenecía a duquesa del Infantado, a quien el conjunto de vecinos pagaba anualmente 90 reales de vellón (la renta promedio anual de una casa del pueblo en esa época era de unos 20 reales de vellón). Poyales no tenía más término propio que la dehesa boyal, y los vecinos tenían sus haciendas en el término común que tenía la villa con la de Arenas, y en el pro-indiviso entre ésta y la de Candeleda. La dehesa boyal sólo tenía robles, monte bajo de brezos y madroñeras sin ningún plantío útil; pero donde tenían sus haciendas los vecinos había tierras de regadío para hortaliza, pimiento, lino y trigo.

Poyales del Hoyo tenía entonces 358 vecinos, entendiéndose por tales no al total de habitantes de la villa, sino a los cabezas de familia, incluyendo las viudas. La localidad había, por tanto, duplicado su población desde 1591, cuando se realizó el censo de población de la Corona de Castilla (157 vecinos). Claramente, en contraste con lo ocurrido en la mayor parte de Castilla, la población de Poyales del Hoyo experimentó un considerable crecimiento durante el siglo XVII.

En número total de personas la población de Poyales en 1752 ascendía a 1.300 habitantes. El número de casas era de 440.  Había una carnicería, una taberna, una abacería en la que se vendía aceite, sal y pescado, y una panadería. Salvo la carnicería, ninguna de estas actividades ocupaba un local propio, sino que se realizaban en las casa de los abastecedores. No había una hospedería como tal, pero en tiempo de cosecha algunos vecinos (principalmente Francisco Sánchez de la Fuente, Francisco Martín Vallejo y Domingo Fernández Valverde, mi 6º abuelo) alojaban en sus casas a los arrieros, obteniendo una contraprestación económica. El párroco de la Villa no residía en Poyales, sino en Arenas.

No había ningún hospital ni casa de misericordia en la Villa. Había 20 pobres de solemnidad.

Las declaraciones de los vecinos


Posiblemente aun de mayor interés para el conocimiento de la sociedad de Poyales del Hoyo en 1752 sean las informaciones que pueden extraerse de las Declaraciones Particulares de los vecinos, microfilmadas y luego digitalizadas por la  Sociedad Genealógica de Utah (Family Search). Tras un trabajo de varios meses, he volcado en un archivo digital una gran parte de los datos contenidos en las 391 declaraciones manuscritas de los vecinos, lo cual ha proporcionado algunas estadísticas interesantes, que luego comentaré. Hay que insistir en que en el caso del Censo de la Ensenada debe entenderse por "vecino" a cada cabeza de familia, viuda, mujer soltera sola o huérfano tutelado que pudiera ser considerado objeto de gravamen. Al hacer la declaración, cada vecino debía proporcionar, además de sus propios datos, los nombres y las edades de los parientes o sirvientes que integrasen su núcleo familiar; en conjunto, 1.300 personas, que era el total de habitantes de Poyales del Hoyo en 1752, tal como se ha comentado antes..

Primera página del manuscrito del Censo de Poyales del Hoyo de 1752

A través del siguiente link puede verse el volcado digital completo de los nombres y edades de cada uno de esos 1.300 habitantes de El Hoyo en 1752, el barrio o calle donde vivían, la ocupación de los cabezas de familia y si estos últimos eran capaces o no de firmar su declaración, lo cual es un buen indicador de si sabían leer y escribir:

>>>  al censo de 1752

En la tabla que allí se muestra, la columna de comentarios contiene, en gran medida, observaciones relativas al parentesco que unía entres sí a algunas de las personas registradas en el censo, así como su relación con Feliciano Fernández Valverde y Eugenia Sánchez de la Fuente, mis tatarabuelos, que contrajeron matrimonio en Poyales del Hoyo en 1855, o sea un siglo después de realizarse el Catastro. Estas relaciones las he podido establecer con la ayuda de una base de datos genealógica que he venido construyendo a lo largo de casi dos años y para la que he utilizado como fuente los libros sacramentales de Poyales del Hoyo y Guisando en el período 1590-1752. Incluye, entre otros apellidos a los Fernández Valverde, los Fernández de Martín, los Sánchez de la Fuente, los Martín Vallejo, los Martín Vadillo, los Martín de la Iglesia, los Martín de Diego, los González Retamal y los Ximénez de Ribera. A esta base de datos se puede acceder a través del siguiente  link:

>>> acceso a la base de datos

Los habitantes de Poyales en 1752


De los 1.300 habitantes que en 1752 tenía Poyales, 656 eran mujeres (50,5%) y 644 eran hombres (49,5%).

La distribución de edades es la que se muestra abajo en la gráfica. El grupo de edad más numeroso era el comprendido entre los 20 y los 29 años. La distribución se aparta de la forma piramidal clásica debido a la elevada tasa de mortalidad infantil.




No había hidalgos residentes en la Villa.

De las 391 declaraciones examinadas, 280 correspondían a varones cabeza de familia, 56 a viudas, 14 a mujeres solteras solas y 41 a menores tutelados.

De los 280 varones cabeza de familia, 74 pertenecían al grupo más favorecido de la sociedad de Poyales, que eran los labradores; es decir, trabajadores del campo con tierras propias que no necesitaban trabajar por cuenta ajena. Entre los labradores, algunos tenían uno o más sirvientes a su cargo. Por debajo de este grupo se situaban los 116 cabezas de familia que declaraban ser jornaleros. Aunque muchos tenían huertas y pequeñas haciendas propias, necesitaban trabajar para un labrador para poder completar su jornal. Les seguían los 52 cabezas de familia dedicados al pastoreo, tanto de ganado lanar como de cabras y cerdos. El resto de los 36 vecinos se dedicaban a oficios propios de la villa; en concreto: 12 tejedores de lienzos, 4 albañiles, 4 herreros, 4 sastres, 3 carpinteros, 2 carreteros, 1 palero, 1 buhonero de tienda, 3 molineros, 1 cirujano y 1 maestro de primeras letras, que era Juan Martín Manguito, viudo de 50 años. Finalmente hay que mencionar a los dos escribanos del pueblo, que eran Francisco Lozano de la Llave y su hijo Bernardo.


De los 280 varones cabeza de familia que presentaron declaración, 74 eran capaces de firmar. Teniendo en cuenta la estrecha correlación que se ha encontrado entre saber firmar y alfabetización (ver nota 1), esta cifra implica que el 26,4% de los varones cabeza de familia de Poyales estaba alfabetizado. Esta tasa de alfabetización se situaba por encima de las estimadas para el período 1750-1759 para Ciudad Real (12,89%) y Murcia (14,46%) y muy próxima a la de Burgos (25,62%), aunque por debajo de la de Madrid (32,23%).

Sin embargo, el grado de alfabetización en Poyales, al igual que en otras zonas de España, no era igual para todos los grupos sociales. En Poyales, la alfabetización entre los labradores, grupo favorecido, se elevaba al 33,8%, siendo incluso más alta entre aquellos que ejercían oficios artesanales (36,1%). En el otro extremo, los jornaleros, con un 19% de alfabetización, presentaban la tasa más baja del conjunto.

Las cifras finales del número total de vecinos y su distribución según sus ocupaciones fueron ajustadas por los peritos con respecto a las obtenidas de las declaraciones particulares, tal como se muestra en la siguiente tabla, donde también se indican los jornales que los peritos estimaron debían ganar los miembros de los distintos oficios:


A lo anterior hay que añadir que a Francisco Lozano de la Llave, escribano del Ayuntamiento, los peritos le consideraron unos ingresos estimados o utilidad de 2.200 reales de vellón al año. En cambio a Bernardo Lozano de la Llave, su hijo, que llevaba poco tiempo en el oficio de escribano, los peritos le consideraron una utilidad de unos 300 reales de vellón al año. Al maestro de primeras letras, por su parte, le asignaron una utilidad de unos 300 reales de vellón al año y al cirujano 10 veces más: una utilidad de 3.000 reales al año. Finalmente al sacristán, Fernando Martín Manguito, que también era tejedor de lienzos, los peritos le estimaron una utilidad de 1.100 reales al año. A efectos de ponderar estas cifras, téngase en cuenta que el alquiler anual de una casa en Poyales del Hoyo en ese año de 1752 se situaba en el rango de 15-30 reales de vellón.

Concluyen las actuaciones del Catastro en Poyales


Las declaraciones de los vecinos, firmadas en cada caso por el declarante o, en su defecto, por un testigo, fueron  comprobadas por los peritos entre diciembre de 1751 y marzo de 1752. En mayo de 1752 comparecieron los peritos ante el subdelegado para la Única Contribución, Don Francisco del Castillo, en la Villa del Hoyo para dar cuenta de sus actuaciones.

El 29 de septiembre de 1752, tras llamar a campanas, se reunieron en las Casas Consistoriales del Ayuntamiento de la Villa de Poyales del Hoyo los señores Alonso de San Martín y Francisco Rubio, alcaldes ordinarios, Francisco Martín Machota y Bernardo de la Llave, regidores, Juan Sánchez de la Fuente, procurador síndico general, y los siguientes vecinos (las referencias de los nombres son las del censo):

1. Pedro Peralta (nº 120, perito, jornalero, 60 años, sabía escribir)
2. Francisco Fernández de Martín (nº 55, perito, labrador, 60 años, sabía escribir, 7º tío abuelo)
3. Pedro Martín de Domingo (Pedro Martín Vadillo, de Domingo, nº 200, pastor, 32 años, no sabía escribir)
4. Miguel Pérez (Miguel Pérez de San Marcos, nº 148, jornalero, 25 años, no sabía escribir)
5. Bernardo Martín del Tejar (nº 260, tejedor de lienzos, 40 años, sabía escribir)
6. Andrés Pérez (Andrés Pérez de Francisco, nº 2, labrador, 36 años, no sabía escribir)
7. Manuel Vadillo de Juan (Manuel Martín Vadillo, nº 7, labrador, 27 años, sabía escribir, hijo de Rosa González Retamal, viuda de Juan Martín Vadillo)
8. Manuel … (ilegible)
9. Pedro Ximénez Llorente (había 2, el nº 112 y el nº 138, ambos jornaleros, ninguno sabía escribir)
10. Félix García Ramírez (nº 76, jornalero, 31 años, sabía escribir)
11. Francisco Vadillo de Juan (Francisco Martín Vadillo, nº 84, jornalero, 26 años, no sabía escribir)
12. Bernardo … (ilegible)
13. Juan de Baños (nº 143, jornalero, 40 años, no sabía escribir)
14. Esteban Gómez (nº 256, tejedor de lienzos, 32 años, sabía escribir)
15. Francisco González del Campo (había 2, el nº 29, labrador, 50 años, no sabía escribir; y el nº 94, jornalero, 25 años, tampoco sabía escribir)
16. Manuel Vadillo de Alonso (Manuel Martín Vadillo, nº 5, labrador, 42 años, sabía escribir)
17. Hermenegildo Ximénez (había 2 , el nº 176, pastor, 70 años, no sabía escribir; y el nº 270, herrero, 30 años, tampoco sabía escribir)
18. Francisco Ximénez del Aliso (nº 79, jornalero, 28 años, sabía escribir)
19. Pedro Martín Vallejo (había 2, el nº 151, jornalero, 36 años, no sabía escribir; y el nº 254, molinero, 62 años, tampoco sabía escribir).

Reunidos todos los anteriores, y dando cumplimiento de las instrucciones recibidas desde Madrid, se procedió a publicar toda la mayor parte del Libro General de Haciendas formado por las relaciones de los vecinos de la Villa. Igualmente, los presentes manifestaron que no les constaba que ningún vecino tuviese ocultada su hacienda o parte de ella.

Familias y linajes de Poyales del Hoyo


El vecindario y censo del Marques de la Ensenada realizado en Poyales del Hoyo en 1752 constituye también un catálogo de los apellidos del pueblo, la mayoría de los cuales pueden trazarse hasta los primeros registros de los libros sacramentales de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Gracia que se conservan digitalizados, y que se sitúan en torno al año 1607. Algunos de estos apellidos procedían de la más antigua localidad abulense de Guisando.

Los Fernández Valverde y Fernández de Martín

Los Fernández Valverde (o Hernández Valverde durante el siglo XVII) vivían ya en Poyales del Hoyo cuando tuvo lugar el censo de la Corona de Castilla en 1590. En 1752, cuando se realizó el Catastro de la Ensenada, prácticamente todas las personas de este apellido que vivían en Poyales descendían de Diego Hernández Valverde, fallecido en 1607 y enterrado "en la tumba de sus padres". Se dividían en dos ramas: los descendientes de Juan Hernández Valverde "El Mozo", hijo de Diego, y los de Miguel Hernández Valverde, probable hermano de Juan.

Los Fernández de Martín, por su parte, descendían de Martín Hernández Valverde "El Viejo", probablemente hermano de Diego, fallecido en Poyales en 1618.



Los Sánchez de la Fuente

El cabeza de linaje de este apellido fue Juan Sánchez de la Fuente, de Guisando, cuyo hijo Diego, nacido en Guisando en 1590, aparecía como vecino de Poyales del Hoyo a comienzos del siglo XVII. En Poyales nacieron sus cuatro hijos varones: Tomás, Domingo, Diego y Juan. De éstos descendían los Sánchez de la Fuente que aparecen en el censo del Marqués de la Ensenada realizado en Poyales en 1752.

Los Martín Vadillo

Los Martín Vadillo de Poyales del Hoyo pertenecían a dos ramas diferenciadas. Por una parte estaban los descendientes de Pedro Martín Vadillo, que contrajo matrimonio en Guisando con María Hernández en 1584, y de su hijo Pedro, nacido en Guisando en 1594 y casado con Catalina Vélez en Poyales en 1629. Por otra, estaban los descendientes de Alonso Martín Vadillo, fallecido en Poyales en 1624, cuyo hijo Pedro contrajo matrimonio en Poyales hacia 1607 con María González y tuvo numerosa descendencia. No se ha podido establecer la conexión entre ambos linajes, cuyo antepasado común se situaría probablemente en Guisando antes de 1584.

Ascendientes de mi tatarabuela Eugenia Pérez Sánchez de la Fuente, quien también descendía de los Fernández Valverde, los Martín Vadillo y los Martín de la Iglesia. En azul, personas vivas en el momento de realizarse el Catastro de Ensenada en Poyales, en 1752

Los Martín Vallejo

El cabeza de linaje fue Francisco Martín Vallejo "El Mayor", fallecido en Poyales en 1615. Su hijo, Francisco Martín Vallejo "El Mozo" contrajo matrimonio en Poyales con María González en torno a 1608. De esta pareja descienden todos los Martín Vallejo que vivían en Poyales en el momento del censo de la Ensenada.

Los Martín de la Iglesia

Al igual que en el caso de los Martín Vadillo, los Martín de la Iglesia de Poyales del Hoyos pertenecían a dos ramas distintas cuya conexión se remonta al período anterior a los primeros registros sacramentales de que disponemos. La primera rama es la de los descendientes de Pedro Martín de la Iglesia e Isabel Sánchez, cuyo hijo Juan Martín de la Iglesia "Chorrillo" contrajo matrimonio con Ana Hernández en 1617. Éstos fueron padres de Miguel Martín de la Iglesia, origen de los "Martín de Miguel". La segunda rama, por otra parte, se remonta a Francisco Martín de la Iglesia, que casó con Ana Ximénez en Poyales en torno a 1608 y que tuvieron por hijo a Juan Martín de la Iglesia "El Mayor".

Los Martín de Diego

El cabeza de linaje fue Diego Martín Carpintero, cuyo hijo, Diego Martín Carpintero "El Viejo", contrajo matrimonio en Poyales primero con Isabel Hernández "Crespa" en 1608 y luego con María Moreno en 1621. Un nieto de esta pareja, llamado Francisco, contrajo matrimonio en Poyales en mayo de 1688 con Doña Inés de Benegassi, hija de Don Francisco de Benegassi y Luján, que había sido corregidor de la Villa en el período 1664-1666. Antonio, el hijo de ambos, fue el patriarca de los "Martín de Antonio", que aparecen en el censo de Poyales de 1752.

Árbol de mi tatarabuelo Feliciano Fernández Valverde, quién compartía algunos linajes con su esposa Eugenia. En azul, personas vivas en el momento de realizarse el Catastro de Ensenada en Poyales, en 1752

Los González Retamal

De nuevo un apellido originario de Guisando. El primer González Retamal que aparece en los libros sacramentales de Poyales es un tal Andrés, padre de Juan González Retamal, que casó con María Martín "Crespa" en agosto de 1635.

Los González de los Naranjos

Algunos párrocos de Poyales durante el siglo XVII tendían a confundir este apellido con González Retamal, aun cuando son linajes distintos. En Poyales, los González de los Naranjos se remontan a un Hernando González, que fue padre de Juan González de los Naranjos "El Mayor", casado en Poyales en segundas nupcias con María Sánchez en noviembre de 1626.

Otras familias

Por supuesto, había más familias y linajes representados en el censo de Poyales del Hoyo de 1752, pero que no he investigado a fondo genealógicamente por no estar relacionados con los Fernández Valverde  o por estar relacionados de manera menos frecuente y significativa que los linajes comentados.

Notas:

(1) Soubeyroux, Jacques, "Niveles de alfabetización en la España del siglo XVIII. Primeros resultados de una encuesta en curso", Revista de Historia Moderna, 5, 1985, pp. 159-172.


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