Thursday, September 26, 2019

Los abuelos vascos

Vista de Donostia-San Sebastián por Didier Petit de Meurville, hacia 1865

La historia de Pedro Ignacio de Elizagarate


Aunque en 1751 la ciudad de Donostia había perdido la sede de la Real Compañía Guipuzcoana en beneficio de Madrid, la poderosa sociedad -que tenía el monopolio del tráfico comercial con la provincia de Venezuela- continuó ejerciendo su significativo influjo en la actividad económica de Donostialdea hasta su desaparición en 1782. También -y esto es lo relevante para este relato- continuó alimentando en algunos jóvenes guipuzcoanos el sueño de la "carrera de Indias".

En una noche de principios del verano del año 1774, cinco de esos jóvenes, animados por el vino y el ambiente de las tabernas portuarias de Donostia, hacían planes de embarcarse en los navíos que, coincidiendo con el final de la temporada de huracanes en el Atlántico, partirían a principios del otoño en dirección a las islas Canarias y, de ahí, al Caribe. Veían una oportunidad de prosperar económicamente e incluso, por qué no, de enriquecerse a rebufo del incremento del tráfico comercial entre los puertos peninsulares y las islas antillanas (Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Margarita y Trinidad), y el de éstas entre sí. Este auge comercial había sido posible gracias al impulso reformista del marqués de Esquilache y la promulgación del Reglamento de Comercio Libre de Barlovento unos años antes, en 1765, que acababa con el monopolio comercial del consulado de Cádiz.

El puerto de San Sebastián por Didier Petit de Meurville, hacia 1865