Saturday, October 5, 2019

La ilustre Casa de los caballeros de Ferrer

Escudo del linaje Ferrer del Reino de Valencia, según Salazar y Castro, ca.1730

Durante los casi cinco siglos transcurridos entre la reconquista de las ciudades de Valencia y de Xàtiva de manos musulmanas hasta el advenimiento de los Borbones, a las familias nobles descendientes de los hombres de armas que acompañaron al rey Jaime I en su empresa se las conoció en el Reino de Valencia como "las de los caballeros de la Conquista". Una de las más ilustres de estas familias fue la de los Ferrer.

Su tronco y cabeza fue un caballero llamado Bernardo de Ferre, nombrado por el cronista Gaspar Escolano en su monumental obra Década primera de la insigne y coronada ciudad y reino de Valencia, publicada en 1611. Escolano, que tuvo acceso al Libro de Repartimiento de Xàtiva (año 1244), hoy perdido, da testimonio de que dicho Bernardo fue una de las seiscientas personas que quedaron heredadas en Xàtiva y sus alrededores tras la toma de la ciudad.

Transcripción parcial del Libro de Repartimiento de Xàtiva (1244) según Escolano (1609)

Según afirma el también cronista Hipólito Samper en su obra Montesa Ilustrada (1669), ese primer Bernardo de Ferre fue hijo de Guillermo (Guilelmus de Ferrariis), conde de Darbia (Comes Darbiae o en inglés Earl of Derby), en Inglaterra, y de su esposa Inés (Agnes), hija de Hugo, conde palatino.

Thursday, September 26, 2019

Los abuelos vascos

Vista de Donostia-San Sebastián por Didier Petit de Meurville, hacia 1865

La historia de Pedro Ignacio de Elizagarate


Aunque en 1751 la ciudad de Donostia había perdido la sede de la Real Compañía Guipuzcoana en beneficio de Madrid, la poderosa sociedad -que tenía el monopolio del tráfico comercial con la provincia de Venezuela- continuó ejerciendo su significativo influjo en la actividad económica de Donostialdea hasta su desaparición en 1782. También -y esto es lo relevante para este relato- continuó alimentando en algunos jóvenes guipuzcoanos el sueño de la "carrera de Indias".

En una noche de principios del verano del año 1774, cinco de esos jóvenes, animados por el vino y el ambiente de las tabernas portuarias de Donostia, hacían planes de embarcarse en los navíos que, coincidiendo con el final de la temporada de huracanes en el Atlántico, partirían a principios del otoño en dirección a las islas Canarias y, de ahí, al Caribe. Veían una oportunidad de prosperar económicamente e incluso, por qué no, de enriquecerse a rebufo del incremento del tráfico comercial entre los puertos peninsulares y las islas antillanas (Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Margarita y Trinidad), y el de éstas entre sí. Este auge comercial había sido posible gracias al impulso reformista del marqués de Esquilache y la promulgación del Reglamento de Comercio Libre de Barlovento unos años antes, en 1765, que acababa con el monopolio comercial del consulado de Cádiz.

El puerto de San Sebastián por Didier Petit de Meurville, hacia 1865

Wednesday, June 5, 2019

La familia Culebras

Soy consciente de las reacciones que puede despertar el título de la entrada de hoy en mi bitácora. Algunos pensarán que quizás se encontrarán con alguna historia morbosa sobre una familia de hechiceros. Otros querrán saber quién puede llevar un apellido como ese. Y no faltará quien pase de largo a causa de aquella superstición un poco andaluza de que no sólo decir, sino incluso escribir o leer el nombre de la bicha es de mal agüero.

Pues bien, vuestro servidor no sólo es poco supersticioso, sino que confiesa haber sido lector de Harry Potter y además ser un gran fan de la Casa de Slytherin, que es a la que pertenecen las personas más interesantes de la saga. Y todo el mundo sabe (bueno, no todo el mundo, pero si todo el que cuenta), que el emblema de la casa de Slytherin es una serpiente o, por qué no decirlo, una culebra.


Y dejo ya de dar rodeos para entrar en materia. La familia Culebras es parte de mi genealogía. Cierto que históricamente bastante relegados por los motivos que imagináis, pero una de las prerrogativas que tenemos los historiadores familiares es la de decidir a qué personas y familias de nuestro frondoso árbol devolvemos a la vida. Y me parecería injusto darle esa oportunidad a algunos antepasados sólo porque eran guapos, nobles y famosos y no dársela a los Culebras, que a lo mejor también eran guapos e incluso entrañables, pero no acertaron mucho con el apellido.

Monday, April 22, 2019

La fundadora


Un aciago día de julio del año 1561, el cruel cabecilla de una banda de conquistadores españoles declarados en rebeldía frente al Rey ordenó que se atara a doña Ana de Rojas al rollo de la plaza mayor de la ciudad de La Asunción en la isla Margarita, en las Indias, y se le diera muerte delante de todos.

El cabecilla pasó a la historia con el nombre de "el Tirano" Aguirre, un asesino de rasgos psicópatas nacido en Gipuzkoa, quien, tras dar muerte a su jefe Pedro de Ursúa durante la fallida búsqueda de la mítica ciudad de El Dorado, inició una huida hacia ninguna parte en la que dejó un siniestro rastro de muerte y destrucción. A su furia no escapó la Margarita, donde durante cuarenta interminables días sometió a la desguarnecida y próspera población de indios y colonos españoles a todo tipo de vejaciones.

Pedro de Ursúa
Doña Ana de Rojas era una dama principal de la isla. Se cree que pudo haber nacido hacia el año 1515 en Santo Domingo, a donde habría llegado su padre, procedente de España, acompañando al almirante Cristóbal Colón. Era aún muy joven cuando fue llevada a la isla de Cubagua por sus parientes masculinos, movidos por la ambición de hacerse con la explotación de los ricos ostrales perlíferos, y quienes de paso se entregaron a la quimérica misión de intentar levantar allí, en medio de un páramo sin agua y sin vegetación, una ciudad, a la que llamaron Nueva Cadiz.

Reconstrucción de lo que pudo ser Nueva Cadiz en 1523